TEOLOGIA DE LA SALVACION
P. FR. ANTONIO ROYO MARIN, O. P.
I. EL ESTADO DEL ALMA SEPARADA
133. Ante todo hay que partir del supuesto de que la unión del cuerpo con el alma es plenamente conforme a la naturaleza. Substancias incompletas como son, se ordenan la una a la otra para constituir el ser completo o persona humana. Ello quiere decir que el estado de separación es, en cierto modo, violento para el alma, único elemento que subsiste vitalmente después de la separación. Si es contrario a la naturaleza cualquier mutilación del cuerpo humano, y nos causa, por lo mismo, una dolorosa impresión ver a un hombre privado de sus brazos o sus piernas, es evidente que mucho más contrario a la naturaleza humana es que el cuerpo entero se arranque y separe de su alma; por eso la vista de un cadáver nos causa siempre, instintivamente, un sentimiento de espanto y de dolor.
Sin embargo, en algún sentido, el alma es más libre y perfecta al quedar desembarazada de la pesadez de la materia, que impide o dificulta muchas veces su vuelo intelectual. En este sentido, y recogiendo todos estos principios, podemos estabelecer la siguiente
Conclusión: El alma en estado de separación es más perfecta en algún sentido y menos perfecta en otros.
1) ES MÁS PERFECTA. ‑ Porque separada del cuerpo:
a) Conserva tan sólo en su raíz (radicaliter) las potencias sensitivas, vegetativas y locomotivas. Luego no se distrae con su ejercicio ni consume su energía atendiéndolas.
b) Adquiere el modo de existir de los espíritus puros. Pero, como el modo de ser importa el modo de obrar, el alma separada entiende y ama al modo de los espíritus, que es, de suyo, más perfecto. Por eso dice Santo Tomás que el alma separada es “en cierto modo más libre, en cuanto que la pesadez y ocupación del cuerpo no le impide la pureza de su entender” (I,89,2 ad I).
2) ES MÁS IMPERFECTA. ‑ Porque este estado de separación incluye ciertas imperfecciones con relación a la naturaleza del alma, ya que al alma le competen naturalmente tres cosas principales, de las que se ve desposeída en el estado de separación:
a) La unión con su cuerpo, para el que tiene intrínseca proporción y apetito natural.
b) La conversión a los fantasmas de la imaginación, con los que puede entender mejor y más claramente que con la especies infusas, que son demasiado elevadas para ella (cf. I,89,I).
c) El conocimiento sensible de las cosas corpóreas, que en el estado de separación no puede conocer sino de una manera puramente espiritual.
De esto principios se deduce claramente que el estado de separación no puede considerarse más perfecto desde todos los puntos de vista; de lo contrario, la unión del alma con el cuerpo no podría llamarse natural. Sin embargo, el estado de separación tampoco puede llamarse antinatural o enteramente contrario a la naturaleza del alma ‑ ya que, de suyo ella tiene vida independiente del cuerpo y puede sin él desplegar sus actividade propias ‑, sino únicamente menos natural[1].
[1] 1 Cf. FARGES, Philosophia scholastica (París 1934): Psychologia, n.247.