José Manuel Jiménez Aleixandre, EP
Por otra parte estaban los “tierras de misión”, donde la mayoría de la población no era católica, no existía jerarquía establecida, o esta era constituida por clérigos venidos de otros países. La ausencia total o el pequeño número de vocaciones locales hacía que, para la conversión y evangelización de esos pueblos fuese necesario enviar misioneros¸ Evangelii praecones, sacerdotes, religiosos y religiosas, e incluso algunos laicos, que dedicaban sus vidas, o al menos parte de ellas, a la propagación del reino de Cristo, a la salus animarum de aquellos que “in tenebris et in umbra mortis sedent”, a fin de “inluminare… ad dirigendos pedes in viam pacis”[1], como cantó Zacarías a respecto de aquel gran heraldo del Evangelio que fue San Juan Bautista: misionero y mártir.
El Concilio juzgo un deber llamar la atención de los católicos al hecho de que todos somos misioneros. Por vocación divina recibida en el bautismo. La Iglesia es, toda Ella, misionera. Y la misión ad gentes hace parte de su constitución divina: “Euntes in mundum universum…”[2].
Con agudeza analiza el P. Julio García Martin CFM[3]:
Il concilio ecumenico Vaticano II ha affermato chiaramente e proclamato solennemente che la Chiesa per sua natura è missionaria[4]. Il Codice di diritto canonico ha recepito questa dottrina determinando che il popolo di Dio è la Chiesa cui Dio ha affidato una missione da compiere nel mondo[5]… La legislazione ecclesiastica nel corso dei secoli è stata riformata per rispondere fedelmente alla sua missione. Pertanto la novità della legislazione attuale riguarda sia la natura della Chiesa come popoli di Dio sia la sua missione.
[1] Cf. Lc 1, 79.
[2] Mc 16, 15.
[3] “L’Azione missionaria nel Codex Iuris canonici”, Ediurcla, Roma, 2005, 2º ed., p. 47.
[4] Nota del texto original: Conc. Ecum. Vaticano II, cost. Dogm. Lumen gentium, 17; decr. Ad gentes, 2, 35. La suddetta espressione tottavia non èmolto frequente, cfr. Ochoa, X., Index verborum cum documentis concilii Vaticani II, Romae 1966.
[5] Nota del texto original: Can 204, § 1. Il can. 781 riprende gli stessi principi.