Es un hecho incontestable que el acontecimiento más importante de la historia es la Encarnación del Verbo. Diciendo “importante” se tiene la impresión de que no se dice todo, de tal manera estamos ante algo de una magnitud insuperable ¡Et Verbum caro factum est!
Se dice con razón que es Jesús quien celebró la primera Misa en el cenáculo, la víspera de su pasión, en lo que por su vez fue la última cena pascual del rito judío.
Ahora, al analizar la escena de la Anunciación, se constata que las etapas del misterio de la Encarnación siguen exactamente el esquema de una Misa.
Veamos cuánta afinidad, incluso cuanta identidad, hay entre la Anunciación y la Eucaristía:
• El saludo
Dice San Lucas en su Evangelio que le ángel dijo a María “Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo”.
La Misa comienza con el saludo del Obispo (o del padre) a los fieles “El Señor esté con vosotros”.
• La liturgia penitencial
El saludo angélico provoca en la Virgen una confusión profunda ¡tanta deferencia y elogio de un ángel a una niña! Ella se turbó.
En la Misa, los fieles son invitados a tener un corazón anonadado ante tanta bondad de la parte de Dios y tanta bajeza de la nuestra. Contrición, arrepentimiento.
• La liturgia de la palabra
El ángel cumple junto a María la función de mensajero. No habla de sí, trasmite la Palabra de Dios. Ella escucha esa palabra antes de consentir y de recibirla en su carne.
En la Misa, los fieles deben saborear primero el banquete de la palabra y prepararse así para recibir el banquete eucarístico.
• La homilía
Después de oír la Palabra le dice el ángel a la Virgen: No temas, porque has encontrado gracia, concebirás en tu seno y darás a luz (…). María se preguntó ¿Cómo sucederá esto? Es la Virgen prudente que quiere saber más.
Así nosotros en la Misa debemos preguntarnos ¿cómo esta Palabra se va a cumplir en mi vida? La prédica actualiza la palabra y hecha luz.
• Las epíclesis
Dijo el ángel: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Es por el Espíritu Santo que se opera la Encarnación.
En la Misa es igualmente por el Espíritu Santo que el pan y el vino se transubstancian y que los fieles forman una sola Iglesia santa. Dice la Plegaria Eucarística nº 2: “Santifica estas ofrendas por la efusión de tu Espíritu”. Y en otra parte: “Te pedimos humildemente (…) que seamos congregados por el Espíritu Santo en un solo cuerpo”. Por su parte la Plegaria Eucarística nº 3 reza “Te suplicamos que consagres las ofrendas que te presentamos, santifícalas con tu Espíritu, de manera que sean Cuerpo y Sangre (…).
• La comunión
Dice María “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mi según tu palabra”. El “fiat” de María atrae a Dios a sus entrañas, y ella “comulga”.
El “amén” de los comulgantes es el acto de fe y de entusiasmo profesado que antecede a la comunión. El mismo Jesús se hace presente bajo las sagradas especies. El misterio de la Encarnación se consuma perfectamente en la comunión.
• El envío
“Y el ángel la dejó”. Es la hora del envío y de la misión (Misa=misión). Y María se pone en camino para visitar a su prima Isabel llevando en sus entrañas a su Hijo y Señor.
Lo mismo deben de hacer los fieles al concluir la Misa y dejar el recinto santo.
¿No se podrá decir que la Anunciación fue la primera y las más bella Misa de la historia?